La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde destacó que el Gobierno del Presidente López Obrador pone en el centro al desarrollo económico inclusivo, para reducir las brechas de desigualdad.
Durante su intervención en el marco de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que se lleva a cabo en el Senado de la República, la Directora Gerente reconoció que el actual gobierno ha definido la reducción de la pobreza y desigualdad como objetivos de gobierno.
Lamento ante diputados y senadores que la corrupción y la delincuencia, han sido factores destacados que limitaron el crecimiento de la economía mexicana por décadas.
“Encarar estos problemas, tendría que ser una importante prioridad para las políticas públicas”, apuntó Lagarde.
Aseguró que para alcanzar una reducción sustancial de la pobreza y desigualdad, las tasas de crecimiento económico que ha mantenido el PIB mexicano en las últimas décadas, no han abonado a esta causa.
Christine Lagarde comentó que el Fondo tiene absolutamente claro los proyectos y leyes que se han votado en los últimos meses en México. Dijo que las políticas macroeconómicas sólidas son la base con que la que se puede desarrollar la visión de un país.
Ante los legisladores expuso que el crecimiento inclusivo es mucho más importante que el crecimiento per-se.
“Hemos estudiado las diferencias entre cualquier tipo de crecimiento y el crecimiento inclusivo, y éste último, afirmó, es mucho mejor”, dijo.
También destacó el acceso a servicios financieros, ya que tiene un alto impacto en esta dinámica de crecimiento económico.
Casi la mitad de los adultos mexicanos poseen cuentas bancarias frente al 36% que tenía en 2011.
Recordando que desde hace tres años, el gobierno lanzó la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera con el objetivo de incrementar el acceso de los hogares de bajo ingreso a los servicios financieros.
Sin embargo, aseguró que aún el medio de pago en efectivo es fuerte, y este es reemplazado por los pagos electrónicos; agregó que todavía existe un fuerte rezago frente a las grandes economías emergentes, como China, donde decenas de millones de personas apenas usan efectivo y recurren en su lugar al pago electrónico mediante dispositivos móviles.
