Hagamos una comparación que igual y es pertinente, sobre todo para darnos cuenta de cómo ha cambiado la percepción que tenemos de lo que es un líder o un movimiento político, incluso capaz de derrocar un gobierno. Parece que hoy resulta muy sencillo hacerse un prócer de la Patria.
El pasado miércoles 24 de julio, el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, debió renunciar a su puesto debido a la presión social luego de que fueran filtradas y publicadas 900 páginas de sus conversaciones privadas en redes sociales, en las que hacía comentarios sexistas, homófobos, misóginos… También el pasado 26 de julio, se celebró el inicio de la revolución cubana, cuando en 1953, Fidel Castro y compañía, atacaron bases militares al servicio de Fulgencio Batista.
Hablemos primero de la Revolución en Cuba. El Batallón 26 de Julio tardó más o menos 6 años, sin contar la preparación previa, en lograr que la guerrilla comenzada en el 53, ingresara triunfante a La Habana el primero de enero de 1959. Para eso debieron estar presos, exiliados, embarcar desde Veracruz en el Granma, pasar años literalmente batallando en la Sierra Maestra… En fin, fue un movimiento que con muy poco, hizo historia.
Y en él, había personajes como el propio Fidel Castro Rus, que desde su juventud era un sujeto digno de llamar la atención: no entraba a las clases de la universidad para estudiar por su cuenta, pero aún así pasaba las materias en exámenes extraordinarios con calificación alta, fue seducido por las ideas marxistas, y aunque a muchos no les guste, a otros les encanta, habrá que aceptar que el proyecto de ese hombre logró que una pequeña isla en el Caribe, fuera el dolor de cabeza de la potencia más poderosa de occidente los últimos sesenta años.
Nadie podrá olvidar también a Ernesto “El Che” Guevara, el argentino que se nacionalizó como ciudadano del mundo, porque no le bastó derrocar a Batista, se aburrió de la vida de funcionario en su oficina del banco nacional cubano y buscó otras tierras para llevar la libertad. Decía que la mayor evolución del hombre era ser revolucionario y fue reconocido por personajes como Eduardo Galeano, como un tipo de integra congruencia, porque decía lo que pensaba y hacía lo que decía.
Entonces ya en el contexto del Siglo XXI, surge un movimiento social en Puerto Rico para manifestarse contra el gobernador Rosselló, salen a las calles miles de personas: marchan, gritan, piden su dimisión, y resulta que hartos medios de comunicación le llaman a este logro social “la revolución de los reguetoneros”.
De suyo, esto ya resulta una falta de respeto para toda la gente que protestó en las calles de Puerto Rico y sólo por no ser famosa, se pierde en la masa del colectivo, pero, peor aún, esto es un contrasentido, porque ahora resulta que los reguetoneros derrocaron a un presidente por sexista y misógino. Por ejemplo, surgió como un contestatario el nombre de Bad Bunny, un sujeto que canta: “Te pego a la pared, soy tu nene, tú eres mi bebé, tengo un iPhone pa’ cuando me llames, otro pa’ grabarte cuando me lo mames”… Si eso no es misógino, entonces, ¿qué sí lo es?
Otro que en últimos días saltó a las redes como un revolucionario, fue el puertorriqueño Daddy Yankee, que lo más político que se pudo encontrar en sus letras fue: “Conviértete en mi rusa, pónteme media Putin…”, y bueno, esto no es una clase de moral ni mucho menos, en estos días cada quién decide si quiere “perrear” hasta el suelo y al ritmo de qué canciones lo hace. La pregunta es si existe alguna clase de congruencia de un montón de reguetoneros que llevan todas sus carreras cosificando a la mujer, exhibiéndolas semidesnudas en sus videos, cantando sobre ellas como si fueran simples juguetes sexuales, y ahora se indignan por lo que dijo el exgobernador en sus mensajes que eran privados pero alguien hizo públicos. Parece que hoy basta con tener millones de seguidores en Twitter o Instagram para encabezar una revolución.
Cambiaron los tiempos y los ídolos llegan a serlo no por una lucha histórica, sino por aprovechar el momento correcto para adaptar el discursos. Casos como el de Residente, de Calle 13, guardan un poco la congruencia, pues durante toda su carrera este cantante ha intentado insertar mensajes contestatarios en el sistema Mundo, quejándose del capitalismo, el abuso de la religión y muchos otros problemas que aquejan a la humanidad; sin embargo también hay de congruencias a congruencias, porque una cosa es ganar millones de dólares cantando y otra morir fusilado en la sierra de Bolivia… En fin, hay de Revoluciones a “revoluciones”.