Alemania, una de las naciones más poderosas de la Unión Europea, registró una caída del 1.0 por ciento del PIB en su segundo trimestre de operaciones este 2019. Ante este escenario, el mercado europeo enciende las alarmas por una posible recesión en el país germano, esto si su economía no crece en el período entre agosto y diciembre.
La caída de la economía alemana atiende al retroceso en sus exportaciones y a la baja de su producción industrial, la cual en el segundo trimestre de 2019, retrocedió un 1,8 por ciento con respecto al trimestre anterior, arrastrada por las fuertes caídas de la producción de metales, maquinaria y fabricación de automóviles, según informó el Ministerio de Economía.
El golpe a estos sectores de la economía, que al final se encuentran ligados, se puede atribuir a que los fabricantes resintieron la desaceleración mundial amplificada por los conflictos arancelarios entre China y Estados Unidos además de las incertidumbres en torno al Brexit, pues la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, están prevista para marzo de 2019 pero no ha sucedido.
Sin embargo, el ministro de Economía alemán, Peter Altmaier, dijo que las cifras son un llamado de atención para evitar la recesión: “Estamos en una fase de debilidad económica, pero no estamos aún en recesión. Podemos evitarlo si adoptamos las medidas correctas”, afirmó al diario Bild de Alemania.
En general, la economía internacional se encuentra estancada. Ayer 14 de agosto, las bolsas de valores de México, España, Londres y Wall Street, sólo por mencionar algunas, acusaron el golpe de la incertidumbre financiera global.
Asimismo, en su informe 2019, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronosticó que la región de América Latina, en conjunto, podría crecer solamente 0.5 por ciento del 0.9 por ciento que se tenía prospectado, afectada principalmente por el desempeño económico de mercados como el de Argentina y Brasil, además de los factores internacionales ya mencionados.
