Redacción A Barlovento
A 26 años del genocidio sucedido en Ruanda, se comenzaron las labores de exhumación de al menos 30 mil cadáveres ubicados en un fosa común en Kigali, capital del país africano.
El hallazgo en una represa de miles de cuerpos, ocurre en momentos en que muchos de los sentenciados por el genocidio son excarcelados tras cumplir sus condenas y están dando información sobre las fosas.
Según El País, los vecinos la llaman “la presa”, a secas. Se encuentra en un valle cerca de Kayonza, a unos 80 kilómetros de Kigali, y la construyeron ingenieros chinos en los años setenta para fomentar el cultivo de arroz. Los supervivientes del genocidio y los familiares de las víctimas sabían que allí habían sido arrojados miles de cuerpos durante las matanzas de 1994. En 2018, cuando el nivel del agua estaba bajo, aparecieron 51 cadáveres que fueron enterrados en el Memorial del Genocidio de Ruramira, aunque con el comienzo de las lluvias fue imposible seguir buscando.
“Hasta ahora, se han exhumado 50 cuerpos. El desafío al que nos enfrentamos ahora es que la presa contiene agua, pero estamos tratando de secarla”, explicó Naphtal Ahishakiye, secretario ejecutivo de Ibuka, una organización de víctimas supervivientes del genocidio.
Aproximadamente, 800 mil personas murieron en el intento de exterminio étnico por parte de autoridades hutus sobre la minoría Tutsi entre los meses de abril y julio de 1994.
En 2020, por primera vez, tras un decreto presidencial firmado en mayo de 2019, se reconoce la fecha del 7 de abril como día oficial en todo el país para conmemorar a las víctimas que murieron asesinadas en 1994 durante los 100 días de genocidio en Ruanda.
Sin embargo, la conmemoración tendrá que llevarse a cabo a través de las redes sociales y mirando la televisión debido a las medidas restrictivas que prohíben la concentración de personas en Ruanda como medida para evitar la propagación del Covid-19.
“Debido a que estamos en tiempos extraordinarios para prevenir la expansión de la Covid-19, la conmemoración se hará de forma extraordinaria”, declaró el secretario ejecutivo de la Comisión Nacional para la Lucha contra el Genocidio, Jean Damascene Bizimana.
Hasta el momento, 104 personas se han contagiado con el Covid-19 en Ruanda sin registrar ninguna víctima fatal.
Para entender mejor el contexto, te dejamos la historia del genocidio en Ruanda se 1994, contada por la Agencia de la ONU para Refugiados (ACNUR):
Contexto histórico
En 1994, más de 7 millones de personas vivían en Ruanda divididas en tres grupos étnicos: hutus, que suponían la gran mayoría de la población, tutsis y twa.
Antes de la era colonial, los tutsis ocupaban el más alto estrato en el sistema social y los hutus el más bajo, pero eso llegó a invertirse en el s. XIX. Tras la I Guerra Mundial, Ruanda pasó a pertenecer a Bélgica y, con la descolonización de los años 50, las tensiones aumentaron y comenzaron los conflictos étnicos entre hutus y tutsis.
En 1959, cientos de tutsis fueron asesinados. Cuando Ruanda consiguió la independencia, miles de tutsis pidieron refugio en los países vecinos. Desde allí, los tutsis comenzaron a organizarse y prepararon un ataque contra los hutus y el gobierno, asesinando a numerosos civiles y creando nuevas oleadas de refugiados. Al final de los años 80, casi medio millón de ruandeses estaban refugiados en Burundi, Uganda, Zaire y Tanzania.
En 1988, fundan en Uganda el Frente Patriótico Ruandés (FPR), compuesto principalmente por tutsis exiliados que habían participado en la resistencia. En 1990, el FPR lanzó el mayor ataque a Ruanda desde Uganda. Los tutsis que vivían en Ruanda fueron tratados como traidores y cómplices de lo sucedido. En 1993, ambos países firman los acuerdos de paz de Arusha y se crea un gobierno de transición compuesto por hutus y tutsis.
El genocidio de Ruanda de 1994
El 6 de abril de 1994, la muerte del presidente de Ruanda, Juvénal Habyarimana, da comienzo a semanas de intensas masacres. Se estima que 1 millón de personas fueron asesinadas en lo que se conoce como el genocidio de Ruanda, y alrededor de 200.000 mujeres fueron violadas.
El 7 de abril, la primera ministra Agathe Uwilingiyimana y los soldados belgas de las fuerzas de la ONU que la custodiaban fueron asesinados brutalmente por los soldados del gobierno.
Después de la masacre de sus tropas, Bélgica retiró al resto de sus fuerzas, seguida por otros países, lo que llevaría a que el 21 de abril la UNAMIR (Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda) se viera obligada a reducir sus efectivos.
La ausencia de una reconciliación entre los distintos partidos de Ruanda y la falta de respuesta de la comunidad internacional hicieron que la tragedia se volviera aún más compleja. La capacidad de la ONU de reducir el sufrimiento humano en Ruanda se vio severamente constreñida por la negativa de los Estados Miembros a responder con tropas adicionales.
El 22 de junio, el Consejo de Seguridad autorizó a las fuerzas francesas a enviar una misión humanitaria, llamada la Operación Turquesa, que salvaría a cientos de civiles en el suroeste de Ruanda. En otras áreas, los asesinatos siguieron hasta el 4 de julio, cuando el FPR tomó el control militar de todo el país.