Durante casi dos décadas la violencia extrema en Jalisco dejó de ser noticia, es frecuente encontrar en los medios de comunicación hallazgos de fosas clandestinas; cuerpos calcinados; asesinatos; feminicidios; casas de “seguridad”; secuestros; desapariciones, ejecuciones y masacres que al parecer ya se han “normalizado”.
Y parece importarle solo a quienes la sufren directamente, a las y los familiares de las víctimas y sus amigos.
La entidad se ha convertido en territorio de la impunidad, donde cualquiera puede ser víctima de cualquier delito y violaciones a los derechos humanos, sin que los responsables respondan por sus actos ante la justicia, es de lo que más carecemos.
La indolencia de las autoridades es que se han dedicado a administrar las desgracias.
Dudo que la sociedad en general tenga la conciencia suficiente para visualizar la vulnerabilidad en la que nos encontramos y mucho menos, el viacrucis cuando una tragedia llegue a nuestras vidas, o simplemente por la pérdida o daño a un bien material.
Un estudio de la organización México Evalúa publicó que el índice de impunidad en el sistema de justicia en Jalisco durante el 2019 fue del 96.2%, es decir, de cada 100 delitos denunciados, se castigan 4.
Masacre “inexplicable”
El 27 de febrero de 2021 ocurrió en la colonia La Jauja, en Tonalá, una tragedia que se viene a sumar a otras que han lastimado profundamente a los seres queridos de quienes la han sufrido: el multihomicidio de las 26 personas asesinadas en los Arcos del Milenio en el 2011. Todos ataques contra civiles.
Se encontraban trabajadores de la construcción reunidos mientras les pagaban su “raya” semanal, cuando un grupo de vehículos llegan a los albañiles y los atacan indiscriminadamente; mueren 11 y dejan heridas a otras personas, incluyendo niños.
Saber lo que una de las víctimas se preguntaba mientras era atendida de emergencia, me hizo recordar al nino que mientras médicos trataban sus heridas producidas por las bombas lanzadas contra la población civil en el conflicto en Siria, entre su llanto, decía “cuando muera le voy a contar todo a dios”.
En La Jauja un niño de 14 años entre el dolor de las heridas de los proyectiles, ante su padre ya sin vida, le decía a su mamá “¿Por qué nos hicieron esto?”.
Impunidad, la respuesta
La historia reciente nos remite a otros multihomicidios, pero de agentes de seguridad como fue la emboscada en el 2015 donde acribillaron a 15 elementos de la policía estatal en la carretera Puerto Vallarta a la que se suman cinco integrantes de la Gendarmería asesinados en Ocotlán, unos meses antes.
En los últimos años se han registrado infinidad de casos, algunos asesinatos fueron por enfrentamiento, según lo que informan las autoridades de Jalisco, tal es el caso de 9 personas asesinadas entre agentes de seguridad, presuntos delincuentes y víctimas de secuestro, en Tlaquepaque en marzo de 2020.
En un estado donde existe un vacío o ausencia del Estado, simplemente pueden ocurrir estos hechos con impunidad en todo su esplendor, ¿Cómo responder al niño de La Jauja?
Dolorosamente con la verdad: les hicieron eso porque pueden hacerlo, porque pueden llegar ante personas en situación de vulnerabilidad como es la pobreza y masacrarlas.
La pregunta que me surge ante esta tragedia y las que viven día tras día las madres de las víctimas es ¿Y cuántas más faltan?
Texto publicado originalmente en Perimetral, replicado en A Barlovento Informa con autorización del autor.
«…Y también viceversa» Masacre en La Jauja ¿Cuántas más faltan?