Y llueve sobre mojado en Nuestra América

Sobre la pandemia del COVID en Nuestra América llueve sobre mojado, en particular en la región del Gran Caribe (México, Centroamérica, el Caribe, Colombia, Venezuela), y en Haití y México, además, llueve sobre los temblores y terremotos.

El primer informe sobre El estado del clima en América Latina y el Caribe 2020, señala que diversos reportes previos muestran que la región de América Latina y el Caribe “es una de las más afectadas por los fenómenos hidrometeorológicos extremos. Entre 1998 y 2020, los fenómenos climáticos y geofísicos se cobraron 312 000 vidas y afectaron directamente a más de 277 millones de personas. Los fenómenos hidrometeorológicos extremos, como las tormentas, las inundaciones, las sequías y las olas de calor, y los efectos derivados de ellos representaron el 93% de todos los desastres ocurridos durante ese período.”

El cambio climático del que no han hecho mucho caso los diversos gobiernos a nivel mundial, en particular los Estados Unidos que es uno de los países que más ha contribuido a los negativos cambios en ese proceso, es una realidad frente a la que no se puede ni se debe cerrar los ojos ni voltear la cara ni esconderla como los avestruces.

Se registran ya, desde hace varios años, aumento de la temperatura, retroceso de los glaciares, aumento del nivel del mar, intensidad de tormentas y ciclones tropicales, sequías, inundaciones… en Nuestra América, sobre una de las regiones de mayor riqueza de biodiversidad en el mundo y en donde el 27% de su población vive en zonas costeras, y, también, uno de los mayores reservorios de agua dulce del planeta.

La sequía en toda nuestra américa impacta el rendimiento de cultivos y la producción de alimentos, agravando la inseguridad alimentaria, ya no hablamos de seguridad alimentaria sino de inseguridad alimentaria; situación agravada en el Caribe donde están países con mayor estrés hídrico; la amenaza sobre la amazonia es una realidad acentuada con la política de Bolsonaro que ha permitido e incluso acelerado la deforestación.

El año 2020 fue uno de los tres años más cálidos registrados en México y Centroamérica y el segundo en américa del sur en donde la temperatura ha aumentado un grado entre 1981 y 2010.

Hoy hablamos de las inundaciones en México, en Ecatepec y el estado de Hidalgo, y hace unos días en Veracruz, Guadalajara, y antes aún en Tabasco, Chiapas, etcétera, provocadas por las intensas lluvias y el desbordamiento de algunos ríos y presas… Y hace unos meses hablábamos de la sequía en el norte del país y de los incendios en California, Estados Unidos, entre otros, o de las inundaciones en Alemania. El cambio climático es una realidad que nos afecta a todos los habitantes del planeta.

Y nos preguntamos qué hacer hoy, cómo apoyar a los damnificados y, sobre todo, cómo evitar las graves repercusiones ante estos fenómenos de la naturaleza y presenciamos también cómo estos fenómenos afectan en mayor medida a la población de menores recursos que se ha instalado en zonas de alto riesgo. Además de fortalecer los sistemas de prevención, de alerta temprana, se plantea la necesidad de un reordenamiento territorial de nuevo tipo.

Tenemos que avanzar en profundizar la conciencia social sobre el cambio climático, en la educación, en una política de comunicación pública especializada y, repetimos en un nuevo reglamento de reordenamiento territorial y en un replanteamiento de toda la actividad económica, de la industrial a la comercial.

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