La inflación en la crisis y llueve sobre mojado otra vez

Internacionalmente se presenta un nuevo proceso inflacionario con graves repercusiones en energéticos, gas, y productos agropecuarios. Proceso que deteriora el poder adquisitivo del salario y agrava la situación de los países más pobres que sufren severas amenazas de hambruna.

En mayo, se esperaba, a nivel internacional, que el precio del maíz aumentaría 9% en este año y un incremento de 42% respecto al año pasado; el precios del trigo, a septiembre, registra un aumento de 37%. La FAO reportó que los precios internacionales de los alimentos han subido cerca de 33% en septiembre, con respecto al mismo mes del año pasado, precios no vistos desde 2011 y la ONU ha advertido graves amenazas de hambruna en algunos países de África y de Asia.

El precio del petróleo también ha registrado incrementos sustanciales, recordemos que en el año de la pandemia 2020, el petróleo llegó a registrar precios negativos, cualquier cosa que esto quiera decir, y el West Texas Intermediate, rebasó, en octubre, los 83 dólares por barril, el precio de hace ocho años, con lo que se duplica el precio registrado el año pasado. El precio del barril de la mezcla mexicana superó en estos días los 77 dólares.

La inflación en Estados Unidos ha superado el monto esperado a principios del año de 2% por el Banco de la Reserva Federal, en julio ya registraba 4.2% y en septiembre alcanzó 5.4%, la más alta en los últimos 13 años. Incluso se registra escasez en algunos productos por la ruptura de las cadenas de suministro, producto del curso de la crisis.

Las crisis se entreveran y en el caso del Reino Unido se habla de que este país puede enfrentar un nuevo ‘invierno de nuestro descontento’ recordando a Ricardo Tercero de Shakespeare, con una triple amenaza: la de la pandemia, la de los precios del petróleo y del gas, y la escasez de productos, suministros y trabajadores. Y con ello se arrastra la inflación, el incremento de precios en productos y servicios; lo que puede impulsar incrementos en la tasa de interés, en el costo del dinero, y presionar a las finanzas públicas.

En México la inflación acumulada hasta septiembre se estima en 4.88% y se espera alcance 6% para fin de año, presionada por el incremento en energéticos y alimentos, cuando la esperada a principios de año por el Banco de México era de 3 por ciento; y la inflación subyacente que mide los precios de energéticos y productos agrícolas alcanzó 9.37%.  Hay que tener presente que importamos cerca de las dos terceras partes del consumo de gasolina y si bien esto no tiene repercusiones graves en el precio de este energético por la política pública del gobierno actual, sí se han presentado aumentos en el pecio del gas.

En granos, importamos una parte considerable del consumo de maíz y trigo; el costo de las importaciones de maíz aumentó 65% en los primeros ocho meses del año; en volumen, aumentaron 8.9% las importaciones de maíz, 24.5% las de trigo y 141% las de frijol por el bajo precio internacional. Lo que exhibe la vulnerabilidad de nuestro país, la pérdida de la soberanía alimentaria provocada por el neoliberalismo en un país cuna genética del maíz.

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