La exacerbada violencia política promovida por grupos extremistas antimigrantes amenaza con una “guerra civil”, como parte de una estrategia para recuperar el poder político nacional.
Un partido Republicano literalmente subordinado a los intereses de exmandatario Donald Trump –que pretende regresar por segunda ocasión a la Casa Blanca y que continuamente hace llamados a sus seguidores para “salvar a América de los enemigos”- así como fuerzas derechistas, han cobijado de manera abierta las distintas expresiones de violencia política e incluso armada que se difunde de forma recurrente en radio televisión y televisión.
Según los informes del Departamento de Seguridad Interna, el FBI y otras agencias de inteligencia y seguridad nacional han destacado que la “amenaza terrorista” proviene de grupos extremistas norteamericanos aglutinados en torno a la supremacía blanca y de ideología antimigrante, incluyendo los neonazis.
Es importante destacar que en muchos de estas congregaciones y comunicaciones prevalecen los símbolos racistas como la bandera confederada esclavista de la Guerra Civil, junto a imágenes y consignas neofascistas y ejemplo de ello fueron las expresiones mostradas por algunos miembros de los grupos que ingresaron al Capitolio el 6 de enero de 2021, cuando se calificaba la elección presidencial que dio el triunfo a Joe Biden.
Según la investigación de ProPública y el diario Washington Post, más de 650 mil mensajes con tintes de violenciay odio racial fueron subidos a Facebook amenazando con el estallido de una guerra civil, ejecuciones de políticos entre el día de las elecciones presidenciales a inicios de noviembre y el 6 de enero, día de la toma de protesta de Joe Biden.
La mayoría de republicanos, según encuestas, rechaza que el asalto al Capitolio haya sido un acto ilegal, y considera en cambio que fue una protesta legítima contra “la tiranía”, e incluso contra “demócratas izquierdistas radicales”. Algunos, entre ellos legisladores, se refieren a los más de 700 arrestados por su participación en ese asalto en términos de “prisioneros políticos”.
Para muchos analistas políticos, la “consolidada democracia norteamericana está en riesgo”.