Cuando el Banco de México aumenta la tasa de interés, que es la forma en que tratan de controlar los precios, suben las correspondientes a tarjetas de crédito; créditos hipotecarios, de auto o de bienes, también para las compañías. “Entonces una empresa que necesita un crédito para abrir una nueva fábrica o para continuar operando, tiene que pagar más, y eso disminuye sus volúmenes de producción, se produce menos y eso implica menos trabajadores; se deprime toda la economía”, alertó.
Para Duarte Rivera, esa depresión económica es especialmente grave en el contexto actual porque va de la mano con la producción y con el producto interno bruto. El problema es de fondo, porque en la década de 1990 (con Carlos Salinas de Gortari) se hizo una reforma constitucional a Banxico, y se estableció que su objetivo era la estabilidad de precios. No es culpa de los directivos actuales del Banco de México, sino que por ley su meta es mantener la estabilidad y controlar la inflación.
El problema es que antes de esa modificación la labor del Banco de México era el desarrollo económico. Los bancos centrales tienen cierta capacidad para aumentar el empleo y mejorar la producción. “Sin embargo, se ha decidido olvidar toda esa parte y enfocarlo únicamente al control de precios”, detalló.
Duarte Rivera aseveró que los economistas deben ver más allá de la política monetaria, que no lo es todo. Hay otros mecanismos para controlar la inflación sin considerar, como control de precios y acordar con los sectores mantenerlos estables.
La inflación en este sexenio ha aumentado, abundó el universitario, porque no depende de condiciones internas de la economía mexicana. Las principales causas son externas, por efecto de la pandemia, las cadenas de producción globales que siguen detenidas y la escasez de insumos.
“Por ejemplo, para producir un automóvil una parte viene de Taiwán, otra de Brasil y una más de Alemania. Y eso que hasta antes de la pandemia funcionaba bien, con la contingencia sanitaria se detuvo, y apenas se están recuperando esas cadenas. Ese automóvil que antes se producía rápido ahora tarda más tiempo, hay menos autos en el mercado y, por tanto, son más caros”.
A esto se suma la guerra de Rusia con Ucrania, que dificulta los canales de comercio en esa región y provocó que el precio de la energía (debido al bloqueo en la región) se incrementara. “Por muchos lados hay presiones para el aumento de precios. El fenómeno inflacionario que estamos viviendo no es exclusivo de México, de hecho Estados Unidos tiene tasas más altas que nosotros al día de hoy. Hay inflación en Europa y en prácticamente todo el mundo, así que a pesar de las medidas nacionales no es algo que esté en control de las autoridades mexicanas”, precisó.
De acuerdo con Duarte Rivera, las tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos marcan una guía para que las impuestas en México sigan el mismo camino.
“También afectan a los inversionistas internacionales, que van a recibir una compensación por comprar un bono (de la Tesorería en Estados Unidos o de Cetes en México). Si la tasa que le pagan los dos es la misma, lo más probable es que vaya a comprar los de Estados Unidos, porque hay mayor seguridad y pagan en dólares.
Por eso si en el vecino país del norte suben y en el nuestro se mantienen igual, numerosos capitales invertidos en México se irán a EUA; eso puede ocasionar problemas con la cantidad de reservas que tiene el Banco de México, y generar una devaluación del peso. “Eso es lo que se está tratando de evitar”, aseguró.
Es difícil que Banxico no responda al aumento de tasas de interés en Estados Unidos con un incremento similar porque -a diferencia de este que no tiene que preocuparse por su tipo de cambio, porque la moneda internacional es el dólar-, para nosotros eso es importante, refirió el experto.
El economista consideró que actualmente se restablecen las cadenas de producción globales, y ello puede ayudar a que disminuyan las presiones en el incremento de precios.