Este juicio, independientemente de sus resultados legales, condena larga o corta para el que fuera Secretario de Seguridad durante el gobierno del espurio Felipe Calderón que sembró de muerte al país con decenas y decenas de asesinatos y dejó miles y miles de desaparecidos, es también un juicio de trascendencia histórica. Pone al desnudo el negro engranaje del narcogobierno de Calderón cuya política de seguridad dio seguridad al cartel de Sinaloa, mientras su política militarista registraba numerosas “bajas colaterales”. Esperamos que no sólo se denuncie a funcionarios menores, a gobernadores y renombrados políticos, esperamos que también sea juzgado el jefe de García Luna, el que dice no saber nada y anda cantando borracho, con mariachis, en Madrid.
Los “testigos protegidos” del gobierno de Estados Unidos exhiben los mecanismos del tráfico de drogas de México a Estados Unidos (Sinaloa-Tijuana-Los Ángeles-Chicago-Nueva York), mientras el acusado se luce con sus costosos trajes pues se le dio el privilegio de no vestirse como debería con la ropa de delincuente. Esperamos que también se exhiba en el juicio el fracasado programa estadounidense denominado Rápido y furioso que entregó armas norteamericanas a la delincuencia organizada.
