El reciente apagón en la frontera norte y en otras entidades del país, resultado de la crisis de la generación de electricidad en Texas, en particular del gas, exhibe otra cara de la pérdida de soberanía energética a la que nos llevó el neoliberalismo.
Los cambios que se impusieron desde mediados de los años noventa, que fueron entregando la electricidad al capital privado, particularmente extranjero, bajo diversos mecanismos, contratos, concesiones, abandono de las instalaciones públicas, se coronaron con la mal llamada reforma energética de Peña Nieto.
Una de esas modalidades entreguistas fue abrir paso a la generación de electricidad con gas importado de Texas, profundizando el abandono de la generación propia, nacional de electricidad. Con gasoductos, que incluso nunca se terminaron.
Hoy sufrimos las consecuencias. El presidente Andrés Manuel López Obrador, acaba de enviar una Ley preferente para la energía eléctrica. Con esta crítica situación se muestra, una vez más el desastre al que nos llevó el neoliberalismo, y la necesidad urgente de cambiar esta situación, de recuperar, en este caso, la soberanía energética, tanto en la electricidad como en el petróleo.
