TLCAN-TMEC: 27 años de una integración dependiente

Siempre tenemos presente que el primer minuto del primer día del primer mes del primer año en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, los pueblos indígenas Tsotsiles, Tzeltales, Topolabales dijeron ¡Basta! y se levantaron en armas contra el supremo gobierno.  Ese primer minuto correspondía, al mismo tiempo, al primer minuto del primer día del primer año en que el gobierno había anunciado que México ascendería al primer mundo: entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el TLCAN.

Las reformas, contrarreformas deberíamos llamar, realizadas durante los gobiernos neoliberales, encabezados por Salinas que negoció el TLCAN, dejaron al trabajo indefenso frente al capital, abrieron las telecomunicaciones al capital extranjero, entregaron la mayor parte de la banca al capital extranjero y, sobre todo, la madre de todas las reformas con Peña Nieto entregó al capital extranjero los recursos energéticos nacionales: el petróleo, el gas, la electricidad, el agua, el aire… nos llevaron a un proceso que pasó de la privatización a la desnacionalización que reproduce la dependencia y el subdesarrollo y a consolidar un capitalismo neocolonial que amplió la desigualdad y a un régimen político que en el sexenio de Calderón nos sumergió en una guerra que dejó decenas de miles de muertos y desaparecidos, política continuada por Peña Nieto.

El Tratado de Libre Comercio no fue solo un tratado de libre circulación de mercancías, de manufacturas, de productos agropecuarios y minerales sin libre circulación de la fuerza de trabajo, fue también un tratado que abrió paso a la libre circulación de capital, y posteriormente incorporó la dimensión militar con Fox y Calderón con la Iniciativa Mérida y el contrabando de armas con el programa estadounidense Rápido y Furioso. No incorporó al sector energético, aunque dejó abierta la puerta para la reforma energética de Peña Nieto. La renegociación del tratado, hoy Tratado México-Estados Unidos-Canadá (TMEC), realizada durante los gobiernos de Trump y Peña Nieto redoblaron la dependencia en temas monetarios, de administración pública y prohibieron establecer tratados con países que no fueran de libre mercado. AMLO pudo intervenir en el último tramo de las negociaciones y dejar a salvaguarda la soberanía nacional al establecer el derecho de nuestro país a ejercer cambios constitucionales.

Cinco quinquenios después, el país no es el mismo. Ha cambiado, sí, de crisis en crisis y con un mediocre crecimiento económico general, que algo dice y nada dice, porque ha habido un crecimiento desigual, por actividades y por regiones, por ciudades.  La presencia del capital extranjero es abrumadora, intentemos imaginar que quiere decir que entre 1999 y 2020 la Inversión Extranjera Directa acumulada rebasa los 600 mil millones de dólares, cerca de la mitad de origen estadounidense; también cerca de la mitad destinada a la industria manufacturera, en gran parte maquiladora, y el 13.8% en la industria automotriz. Las exportaciones el año pasado, 2020, fueron por 420 mil millones de dólares y las importaciones 383 mil millones.

Y también ha cambiado el pueblo todo, la sociedad misma, ya no somos los mismos y así lo mostramos 30 millones de mexicanos que votamos por Andrés López Obrador para presidente en 2018.

Y se atravesó la pandemia entreverada con otras crisis…

Hoy se realiza el primer encuentro de López Obrador con el presidente Joe Biden de Estados Unidos y un encuentro de los presidentes de los tres países del TMEC. Los temas son múltiples, de la recuperación del crecimiento económico y del intercambio económico a la apertura de la frontera para el intercambio de mercancías y el pase de mexicanos hacia Estados Unidos en la frontera más dinámica del orbe. La migración con su complejidad, de la regularización completa de los jóvenes soñadores a la política fronteriza agresiva en la frontera estadounidense.

Nuestro presidente llega a Estados Unidos, no sólo con el reconocimiento mayoritario del pueblo mexicano, también de nuestros compatriotas migrantes, que solo el año pasado enviaron más de 40 000 millones de dólares a sus familiares, el reconocimiento internacional como el segundo mejor presidente del mundo y una fuerte presencia en Nuestra América.

 

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