Las revoluciones han trastocado ideologías y formas sociales que pretenden perpetuar un ‘status quo’, que beneficia a una minoría privilegiada. A lo largo de la historia algunas mujeres y hombres han revolucionado su tiempo y el espacio debido a que se han cuestionado a partir de la observación y el análisis su propia realidad y han dudado de que ésta realidad sea ciertamente suya, se han incomodado a tal grado que han decidido no resignarse a vivir bajo estos decretos y lo más importante; se han puesto en marcha con la verdad como estandarte y la palabra como arma (aunque a fin de cuentas las armas de fuego respaldaron dichas causas) para conquistar ideales como el de la justicia y la libertad.

Sin embargo, ha quedado pendiente un ideal que es o debería ser un pilar; el de la equidad y la igualdad. Y esto es francamente impensable si leemos el primer Derecho Humano proclamado en la Declaración Universal de los DDHH que dice: “Todos los seres humanos nacen libres e IGUALES en dignidad y derechos y, dotados como esta?n de razo?n y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Que éste artículo no se cumpla, se defienda y se promueva, por lo menos a mí, me escandaliza, porque cómo podemos ejercer e interiorizar los otros 29 artículos si no garantizamos el primigenio.

La igualdad y la equidad, hoy en pleno 2022 sigue siendo un ideal por el cual luchar, esto es irónico, porque es un derecho declarado en todo el mundo, parece hasta absurdo que la mitad de la población tenga que salir a las calles y tenga que manifestarse para que ese derecho sea reconocido y garantizado.

Como lo mencioné en otro texto*, éste movimiento, el feminista, no pretende ser una lucha de poder entre géneros, tampoco pretende proclamar que unos son superiores a otros; su base es la toma de conciencia y el reconocimiento de que mientras unos viven en una posición de privilegio, las otras tienen que esforzarse por ser visibilizadas y respetadas, al extremo de luchar por mantenerse vivas en un mundo hostil, cargado de preceptos de deber ser y al mismo tiempo tomar acción para conquistar lo que deberían tener como derecho otorgado por su dignidad humana. Qué difícil pertenecer al mundo de lo femenino en este sistema asfixiante.

Pero, ¿por qué se ha sofocado y sometido todo lo que tenga tintes femeninos? Es una historia larga, como la humanidad misma (sobre todo es una historia sociocultural y religiosa) las figuras de poder masculinas habitualmente han estado en una relación de admiración-odio a lo femenino, desde “los primeros hombres”, según el Génesis, han señalado a la mujer como un ente deseable y hermoso pero también malicioso y temible, con mucho poder, al extremo de hacerle “perder el paraíso al hombre”, con sus habilidades persuasivas pudo seducirlo para comer el fruto del árbol del conocimiento… desde entonces, se culpa a la mujer de la pérdida de la protección divina, de tener que pasar penurias en la Tierra y ni hablar del hecho que se construyó a Dios con el género masculino, así se estigmatizó a la mujer como un ser que invoca fuerzas extrañas y poderosas para nublar la visión y razonamiento de los hombres, seres capaces de seducir con sus vibraciones cósmicas con la finalidad de obtener de ellos todo lo que les habita y poder controlarlos… bueno, desde esa perspectiva cualquiera tomaría partido, ya que convirtieron a lo femenino en una figura terrible, poderosa y maquiavélica. Y lo temible hay que destruirlo antes que nos destruya, en un proceso de debilitamiento para dominarlo, someterlo y encerrarlo y que de esta manera no se capaz de “dañar” a nadie, pero sobre todo para que no dañe la “estabilidad” de lo que se considera “adecuado”. Y, así, podemos hacer el viaje por la línea del tiempo que en resumen se trató de cortar alas, encerrar sueños, cazar brujas, someter, quemar, golpear, matar… hasta que se logró domesticar a tan peligroso espécimen; se le encerró en jaulas ideológicas y se les condenó a un “deber ser” como castigo a su esencia “extraña”.

Parece un absurdo inverosímil que esto en realidad haya ocurrido y que siga ocurriendo, es indignante que se permitiera y perpetuara el sometimiento sistemático con hechos tan monstruosos a la mitad de la población. El odio a la mujer es sistemático para anular su energía creativa no solo por su capacidad de gestar vida, sino por la capacidad de gestar ideas.

¿Qué ha impulsado a los hombres a menospreciar una energía tan vital en éste planeta? Desde mi punto de vista (y no pretendo colonizar a nadie) ha sido el Miedo. Ya sabemos que el miedo es una emoción necesaria y válida en todo ser humano (y seres sintientes), que activa el sistema de huida o pelea para salvaguardar la vida… pero existe un punto álgido que se da al tener un miedo extremo, derivando en una fobia, en este caso hablamos de una fobia del prójimo (próximo) sin que sea una amenaza real, y es que a veces, la amenaza imaginaria crea mayor desestabilidad mental, psíquica y emocional que la real y nuestras reacciones son desproporcionadas y fuera de toda lógica.

El odio a lo femenino y a las mujeres es más un problema de percepción y de constructo sociocultural y no tiene que ver con la lógica o la naturaleza, es solo una idea, y sabemos que una idea (buena o mala) puede ser la chispa que inicie un acto de compasión o una guerra, y es lo que llevó al género masculino a lo bélico, a la lucha… desde mi perspectiva, al mismo tiempo que el hombre pelea: huye, se evade. Al sentirse amenazado, huye de sí mismo, de la esencia vinculada a la naturaleza, su propia naturaleza y al desvincularse de la energía y esencia creativa de la Tierra se provocó un desequilibrio global catastrófico: el patriarcado.

Al perder la conexión, algunos hombres se sintieron abandonados, solos y su miedo a sentirse separados, divididos y perdidos de sí mismos los frustró, y su mecanismo de defensa fue someter a otros para volver a sentir esa llama, ese poder interior, lo más sencillo fue mostrar fuerza y “valor” sobre los que oponían menor resistencia, los empáticos, los “débiles…” y todo por miedo, miedo de sí mismos, miedo a no tener realmente el poder, por no tener el control de su propia existencia; el profundo miedo a estar separados de ese algo que los completaba, es un miedo muy interiorizado, es parte de nuestro cerebro reptiliano, estar separado, segregado, significa una condena de muerte.

Otros también sentían la misma pérdida y el mismo vacío interior, y observaron que algunos hombres se mostraban más fuertes y confiados (en una falsa proyección de confianza) parecían tan decididos que sintieron seguridad y empezaron a seguirlos, se agruparon y ya ninguno sabía bien a bien porqué se habían conformado así, pero lo convirtieron en un legado; sin cuestionar el trasfondo, decidieron que tenía que ser algo bueno para ellos porque se sentían seguros en el grupo, pero, ¿a qué costó? A costo de nunca cuestionar nada, de reprimir sus sensaciones naturales, a costo de expresar solo emociones que sus pares alientan y vitorean; como la rabia y la ira, con el uso de la fuerza física para enfatizarla. Cualquier esbozo de sensibilidad era visto como un signo de debilidad y la presión tanto verbal como física ante tales destellos de conexión, no se hacían esperar.

Desde mi perspectiva el hombre ha bloqueado y en el peor de los casos anulado un lado esencial de su naturaleza, intentado correr con un solo pie, lo único que ha provocado es un intenso dolor interior y una furia incontenible al exterior, que refleja su vacío, ya lo dijo Gandhi: “la persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero”. Y así ha sido, la búsqueda de la plenitud, la necesidad de estar completos y la frustración de no obtener lo deseado derivó en una lucha interna de uso y abuso del poder al exterior, olvidando que “la paz es el camino”, y el camino es interior.

La búsqueda de la gloria, el reconocimiento y control es en realidad un paliativo, un estado temporal que los conecta con lo sublime que muchos llaman espíritu, pero esas sensaciones son efímeras, porque vienen de fuera. Las batallas y las guerras no se realizan por una necesidad de justicia, no se libran por el bien contra el mal sino por la necesidad de sentir poderío y esa llama del ego y se libran inútilmente dejando un reguero de muerte y devastación… cuando todas las batallas deben ser libradas dentro de cada ser humano, las respuestas siempre han estado dentro, aplastadas bajo un montón de conceptos y preceptos machistas, patriarcales y neoliberales.

Hasta que no se derriben esas barreras internas seguirán desequilibrados e incompletos, continuarán las guerras en nombre de lo divino, cuando el santo grial está dentro de cada hombre en el mundo, en esa esencia negada, la esencia de lo femenino, mientras no reconozcan y abracen su miedo a Ser, la separación de sí mismos será más profunda, su mirada más corta y su alma más fría.

“Según la mitología griega los seres humanos fueron creados originalmente con cuatro brazos, cuatro piernas y una cabeza con dos caras. Zeus, lo percibió como un ser poderoso, hasta divino y aterrorizado ante la posibilidad de perder su poder, los dividió convirtiéndolos en seres separados y condenados a pasar sus vidas buscando a sus otras mitades…” yo considero que la eterna búsqueda de nuestra otra mitad, ha sido mala entendida, la otra mitad siempre hemos sido nosotros mismos, en todos nosotros cohabita lo masculino y lo femenino, cuando recordemos esto, hasta los dioses volverán a tener miedo de nuestro poder, porque no es un poder de grandeza o superioridad, sino un poder creativo e infinito. Y todos absolutamente todos los humanos tienen el potencial dentro, se necesita rescatar de las profundidades lo femenino, amalgamarlo con lo masculino, abrazar ambas esencias, para llegar al equilibrio que nos conducirá a un estado de paz, a una sensación de existencia plena, con bienestar, armonía personal y colectiva, entonces, y solo entonces será una realidad el ser libres, iguales en dignidad y derechos. Siendo Uno.

Por eso estoy convencida de que ésta revolución es más bien una re-evolución, porque es nuestro destino como especie adaptarnos y evolucionar, y una evolución trascendental viene de un cambio de paradigma, de tomar el inconsciente colectivo y hacer conciencia de lo que somos.

Es inevitable en éste proceso sanar también la relación con la madre naturaleza, el padre ha vejado y explotado el cuerpo de la Tierra, y aún así ella no deja de proveernos de todos sus recursos, pero es momento de liberarle esa carga, es tiempo de sanar y regresar al balance natural. Cuando el hombre conecte con la energía de la Tierra, cuando el hombre recuerde quién es, se restablecerá el equilibrio en el mundo y daremos el gran paso para la humanidad, evolucionar a un “súper (mujer) hombre”; un ser verdaderamente consciente, quizá a esto se refería Nietzsche.

Por esto, estoy convencida de que la #ReEvoluciónDeConciencias es femenina.

Lorena Estrada

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