La difícil reconstrucción de Acapulco

A quince días que el huracán Otis azotó Acapulco, la madrugada del 25 de octubre pasado, que en unas horas pasó de tormenta tropical a huracán categoría 5, sorprendiendo a la comunidad científica nacional e internacional, particularmente estadounidense, que no tuvieron capacidad de calcular, prever,  la enormidad y violencia del fenómeno que golpeó a  este puerto -joya natural del pacífico y del turismo nacional e internacional- la situación de Acapulco está llena de dramas humanos incontables y problemas económicos incalculables.

La pérdida de vidas humanas ronda, oficialmente, el medio centenar de personas y otro tanto de personas no localizadas.

La devastación dejó un escenario de daños y destrucción de infraestructura urbana, de electricidad, servicios urbanos, agua, telefonía, internet, inimaginables. Destrucción enorme de hoteles, de cinco estrellas a hostales, de servicios turísticos y de vivienda, con una mayor afectación en las zonas populares, arriba, en la cima de los cerros que rodean la bahía; y también tocó a zonas exclusivas como Punta Diamante; a las embarcaciones de pescadores y a yates de personas y personajes con dinero para tenerlos.

La atención del gobierno fue inmediata. El presidente Andrés Manuel López Obrador fue por tierra a Acapulco el primer día y realizará su tercera visita este fin de semana. El Ejército, la Guardia Nacional y la Marina se trasladaron para llevar despensas, agua e iniciar el trabajo de auxilio a la población e iniciar la reconstrucción. La CFE reanudó en muy pocos días el servicio eléctrico y así poder contar con internet y telefonía celular. También el sistema de salud de hizo presente con médicos, enfermeros, aparatos e implementos médicos. Y se destinaron miles de millones de pesos para la atención inmediata y la reconstrucción: 65 000 millones de pesos están disponibles para ello.

La tradicional solidaridad popular se hizo presente y el acopio de víveres se multiplicó en la ciudad de México en el estadio de ciudad universitaria y en algunas alcaldías; y hasta caravanas particulares emprendieron marcha. La Cruz Roja también realizó acopio y se trasladó para llevar servicios de salud. De otras entidades también empezó el apoyo.

Ante la tragedia, la politiquería, las noticias falsas, los editorialistas mentirosos, los bots en cascada y los comunicadores facciosos se hicieron presentes zopiloteando a ras de tierra. Y llevaron su mezquindad hasta el debate sobre el presupuesto proponiendo dejar de pagar el Fobaproa, deuda ignominiosa de la banca privada que ellos crearon e hicieron caer sobre el gobierno federal, heredando una deuda que no puede dejar de pagarse ante los consorcios trasnacionales como Black Rock que ahora la tienen.

Sigamos apoyando a Acapulco. La reconstrucción será larga y nos necesita a todos.

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