La 4T a la mitad del camino

El tercer informe de gobierno presentado por el presidente Andrés Manuel López Obrador el 1 de septiembre, con su libro A la mitad del camino, nos invita a hacer un balance de lo realizado en este primer tramo de la cuarta transformación histórica del país. Balance que necesariamente tiene como referencia inmediata las cuatro últimas décadas del neoliberalismo, desde el gobierno de Miguel de la Madrid que heredó la crisis que dejó López Portillo con la aplicación autoritaria e inclusivo excesiva de las medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional para garantizar el pago de la deuda externa, de una deuda sin fin que no pagaron las privatizaciones que se hicieron exprofeso; y de una deuda que se multiplicó con el Fobaproa que se creó para cubrir las deudas de los banqueros corruptos que dejaron en quiebra una banca recién privatizada. Política económica neoliberal que hizo recaer sobre los trabajadores el mayor costo de la crisis con la terrible contención salarial frente a una inflación galopante; y dejó un crecimiento mediocre y desigual, social y regionalmente, con recesiones cíclicas recurrentes.

En primer lugar, se detuvo la política neoliberal privatizadora de las empresas energéticas estratégicas para el desarrollo nacional, empezando por la lucha contra el huachicol, el robo de gasolina, y se reorientó el gasto público para satisfacer las necesidades apremiantes de la mayoría de la población a partir de una lucha denodada contra la corrupción en el ejercicio del presupuesto. Paralelamente, se decretó un aumento sin precedente del salario mínimo que llevó, en el caso de las maquiladoras de la frontera norte, al incremento de la lucha sindical con inéditas huelgas en ese sector en esa región y con la divisa de primero los pobres, se inició la generalización de la pensión de adultos mayores que se llevó a rango constitucional, lo mismo los programas de apoyo a los estudiantes y los programas de empleo sembrando vida y el primer empleo.

Subraya Andrés Manuel, que esta política económica mantuvo controlados los indicadores macroeconómios que el neoliberalismo santifica: el control de la inflación y la estabilidad del tipo cambiario; se contuvo asimismo la entrega del territorio nacional a las empresas mineras; y se avanza en una política ambiental que reordene el territorio. Se impulsan grandes, medianos y pequeños proyectos de infraestructura a lo largo del país, entre los que destacan el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, la terminación de los trenes de Toluca-Ciudad de México y de Guadalajara. Contrario a las políticas neoliberales no recurrió al endeudamiento público durante la crisis provocada por la pandemia, como lo hicieron muchísimos gobiernos y lo impulsaba el Fondo Monetario Internacional; ni tampoco los mecanismos de financiamiento de las Asociaciones Público-Privadas que hacían recaer sobre el presupuesto público el mayor costo y un mayor endeudamiento.

La política pública en el ámbito económico y de salud pública durante la inédita crisis de salud pública mundial provocada por el Coronavirus permitió enfrentar la situación sin una crisis de mayores dimensiones sociales y no se registró una crisis política. En nuestro país las crisis entreveradas no desembocaron en una crisis del régimen político como se registró en varios países del continente americano: Estados Unidos, Colombia, Brasil, entre las más graves. En nuestro país, el triunfo popular que llevó a Andrés Manuel a la presidencia hace tres años había ya asestado un golpe mortal al caduco, descompuesto y corrupto viejo régimen político. La política de seguridad nacional también cambió sensiblemente y prácticamente no se han registrado “daños colaterales”, eufenismo con el que se pretendía ocultar los múltiples asesinatos realizados por las fuerzas armadas en los sexenios anteriores. La creación de la Guardia Nacional permitió avanzar en la lucha por garantizar la seguridad pública en el país.

El saldo histórico es positivo, sin duda alguna. Y, por supuesto, todavía hay mucho quehacer en lo económico, como es retomar el crecimiento. Sin embargo, la más grave herencia de los últimos dos sexenios ha dejado una secuela de crimen y dolor que no cesa: la guerra sin nombre de Felipe Calderón continuada por Peña Nieto, la desaparición forzada, la que es resultado de la represión del Estado, la desaparición por la delincuencia organizada; y los femenicidios que hieren de muerte a todas las mujeres, que nos hiere a todas.

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