La Cumbre de las Américas: ni cumbre ni Américas: fracaso

La respuesta a la convocatoria excluyente de Joe Biden a la Cumbre de las Américas exhibe el proceso de decadencia de la hegemonía estadounidense cuyo curso se acelera en medio de la guerra y la contracción del crecimiento económico.

Estados Unidos ha considerado, históricamente, a América Latina y el Caribe de su propiedad: “América para los americanos” declaraba la doctrina Monroe a principios de siglo XIX; y, también, en los hechos, ha sido su patio trasero en donde han quitado e impuesto, a los gobernantes que han querido, así fueran un hijo de puta, como lo declaró el secretario de Rooselvelt en 1936: “Puede que Somoza sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”; y como lo mostró el golpe de Estado de Pinochet contra Salvador Allende, y como lo exhibió el golpe de Estado a Evo Morales. Y, como también lo mostró, desde 1962 la expulsión de la OEA -ese ministerio de colonias como la llamó el Che- de Cuba en 1962. Expulsión contra la que solo votó en contra nuestro país y mantuvo y ha mantenido sus relaciones con Cuba y ha condenado el bloqueo una y otra vez en las votaciones de la ONU que se realizan cada año, desde hace treinta años.

Sesenta años después, América Latina ya no es la misma, cada vez más es Nuestra América, de nuestros pueblos que con sus luchas construyen nuevos horizontes de independencia y justicia social y varios de sus gobiernos ya no bailan al son que les impone la casa blanca: Bolivia, México, Honduras, Argentina, Chile, Perú, Colombia, Brasil…

Nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador lleva la soberanía nacional por delante y no se somete al imperio. En el ámbito de las relaciones exteriores rescata, una y otra vez, la divisa juarista de julio de 1867: “entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, ratificada por la doctrina Estrada en 1930 que sostiene la no intervención.

AMLO ha fortalecido las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales con Cuba, después del alejamiento de los gobiernos neoliberales, condenado el bloqueo; ha reconocido la dignidad histórica de su pueblo y, ahora, al demandar una Cumbre sin exclusiones, pues de lo contrario él no asistirá a esa cumbre excluyente.

A esa digna posición política se han adherido el presidente de Bolivia y la presidenta de Honduras; otros presidentes han señalado asimismo la crítica a la convocatoria excluyente.

Entre los temas más urgentes a examinar entre los países de América Latina y Estados Unidos son la migración y el desarrollo.

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